¿Qué tal, pequeños saltamontes? RM me ha pedido que ponga una carta que salía en una revista en el blog. Lo cierto es que es muy bonita y transmite mucho mensaje. ¡Un beso!
Soy funcionario mileurista: cartero. Volvía del reparto un día muy caluroso. Con síntomas de insolación, me estallaba la cabeza y me encontraba desanimado por la pérdida de la paga de Navidad. "Cuatro de familia", pensé. En estas, vi a una pareja con dos chiquillos, un bebé que lloraba en un carrito y un niño de unos cinco años que se esforzaba por calmarlo, haciéndole muecas y carantoñas hasta que lo hizo sonreír. El niño mayor, pálido, de aspecto extremadamente frágil y sin un solo cabello en la cabeza, presentaba claramente las secuelas de la quimioterapia. Al pasar a su lado me hizo sentir mucho más pequeño que él y me avergoncé de mis pensamientos. Qué lección de amor, de espontánea generosidad. Él no pensó que su padre o su madre, con mucha más vitalidad que él, tenían más o menos obligación de calmar al pequeño. Hizo lo que le dictó el corazón y de esa forma manifestó la verdadera expresión de la justicia: el amor. Quizá no sean el enojo y la protesta las mejores maneras de cambiar el mundo, y quizá nuestra paga extra de Navidad sirva para dar ejemplo a una sociedad materialista cuyos iconos se derrumban día a día.
José Carlos Martín Barcelona. (Zaragoza)